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Lo primero de todo hacer hincapié en que este es el tercer libro de una saga por lo que es conveniente haber leído los anteriores para entender bien todas las tramas y personajes. En cada libro se trata un caso distinto pero los protagonistas son los mismos y para entender sus presentes tenemos que conocer sus pasados. No obstante, si eso no os preocupa demasiado, se puede leer de forma totalmente independiente, leyendo en diagonal todo aquello que no forma parte del crimen central.

Como es normal en las novelas policíacas, desde el principio nos damos de bruces con un crimen. En este caso el de una niña pequeña que, para sensibilización general, es la hija de una amiga de Erica, una de las protagonistas.

De la investigación se encargará el marido de Erica, Patrik, como es normal puesto que es un pueblo muy pequeño y tampoco hay tantos policías.

Como ya es habitual en esta escritora, los acontecimientos presentes vienen aderezados con una narración del pasado que, al final de la novela, viene a explicar mucho de lo ocurrido en el presente. En este caso creo que sería justo decir que tiene dos tramas principales, pues es tan importante e interesante una como la otra. Ambas duras, quizá más la del pasado que la del presente, a pesar de lo que pueda parecer.

Además de estas dos tramas principales, a lo largo del libro aparecen subtramas menos importantes pero que sirven para dar contexto y ayudar a la construcción de los personajes secundarios, muy bien tratados por la autora. Estas subtramas se intercalan de forma de breves retazos a lo largo de la historia por lo que no interrumpen la narración ni molestan a la lectura.

Todas las tramas y subtramas tienen sus propios crímenes y delitos por lo que la novela adquiere mayor peso y más complejidad criminal, lo que me parece muy apropiado puesto que los crímenes reales no suelen ser sencillos, ni planos, ni lineales; todos tienen detrás una mayor o menor historia que hay que conocer para entender mejor lo ocurrido.

Aparece de manera clara el primer crimen, el ocurrido en el presente, el evidente: la niña que aparece ahogada en el mar con los pulmones llenos de agua dulce. Luego, poco a poco, van apareciendo los otros, los crímenes secundarios. Algunas veces no están claros, sólo los intuyes. Es investigando ese primer crimen como aparecen todos los demás.

Esta investigación primera parece bloqueada, no hay pistas, no hay sospechosos, no hay móvil; por eso deben considerar que todos son sospechosos, que cualquier cosa puede considerarse una pista y que el móvil puede ser el más peregrino que se les pueda ocurrir.

Al tener que abrir infinitas vías de investigación aparecen nuevas situaciones que relacionan a nuevos personajes. Una y otra vez van hacia delante y hacia atrás como en un pespunte, para ir descartando sospechosos y quedarse sólo con el culpable. No es nada fácil, la historia da constantemente giros inesperados.

Tengo que decir que, entre todos los crímenes, hay uno -el que intuyes- en el que me pareció muy evidente tanto el móvil, como el arma, como el culpable. Todos los demás son bastante más intrigantes.

Uno de los personajes secundarios (sospechosos como todos y cada uno de ellos) tiene síndrome de Asperger. La escritora nos explica a través de sus personajes de que se trata ese síndrome. Comprendo que un muy laborioso explicarlo, pero la verdad es que lo hace de una manera muy simplista, quizá para que encaje con la personalidad de este personaje. Yo conozco algunas personas con Asperger y todas son diferentes. Es un síndrome difícil de diagnosticar pues no todas las personas manifiestan los mismos síntomas. Lo que parece que sí tienen en común es su dificultad para socializar, aunque suelen tener un referente cercano, familiar, con el que son capaces de entenderse. En este caso el protagonista sólo es capaz de comunicarse de una manera más o menos efectiva con su madre.

Una cosa que me ha llamado la atención es el reparto de protagonismo entre los dos personajes principales, Patrik y Erica. En la primera novela Erica parece la protagonista principal, casi absoluta, pero va perdiendo peso en la segunda para no tener casi ninguno en esta entrega. Como no le de mayor importancia en la próxima va a romperse la base de la saga, la pareja de protagonistas.

Me gusta como acaba la novela. La frase final es ideal para el comienzo de otro libro y no por esperada deja de sorprenderte. Cuando ya crees que se ha acabado el libro, suena el teléfono.