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En el estado de Gilead las Criadas forman un estrato social pensado para conservar la especie. Las mujeres fértiles que integran esta clase, y que destacan por el hábito rojo con que se cubren hasta las manos, desempeñan una función esencial: dar a luz a los futuros ciudadanos de Gilead.

Sin embargo, en un mundo distópico asolado por las guerras nucleares, gobernado por un código extremadamente severo y puritano, que castiga con la pena de muerte a quien se aparta del sistema y en el cual la mayoría de la población es estéril, engendrar no resulta fácil. Existe siempre el temor al fracaso y la amenaza de la confinación en la isla de seres inservibles más allá de las alambradas que rodean a la ciudad y del alto muro donde cuelgan, para que sirva de ejemplo, los cadáveres de los disidentes.

FICHA TÉCNICA

Título: El cuento de la Criada
Autor: Atwood, Margaret
Título original: The Handmaid’s Tale
Traducción: Mateo, Elsa
Tema: Distopía,
Editorial: Salamandra
Formato: Tapa Blanda
Páginas: 416
Año de edición: 2017
ISBN: 9788498388015
Precio: 19 €

Primera frase del libro: Dormíamos en lo que, en otros tiempos, había sido el gimnasio.”

Se puede adquirir aquí, entre otras muchas librerías.:

Editorial Salamandra
Agapea
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El Corte Inglés  
Fnac
La Casa del Libro 

 

ARGUMENTO:

La historia se desarrolla en Gilead, un país que ocupa parte de lo que fueron los Estados Unidos de América, en concreto en Massachussets y, por circunscribirnos un poco más, en torno a la Universidad de Harvard.

En este futuro distópico bastante cercano (finales del siglo XXI) la humanidad se encuentra con un grave problema de fertilidad, aparentemente ocasionado por las guerras nucleares, vertidos tóxico, uso de pesticidas…

La mayoría de los países intentan solucionar este problema por medios legales, pero en Estados Unidos surge un brote de rebeldía salvaje, un grupo de insurrectos que, culpando principalmente a sus políticos, irrumpe en el Senado y en el Capitolio y mata a los representantes del pueblo. Es lo que tiene que en EEUU sea legal que todo el que quiera pueda tener un arma en casa (o dos, o tres…) Suena cercano ¿Verdad? El asalto al Capitolio por parte de los seguidores del expresidente Donald Trump tenía unas intenciones muy similares.

Una vez tomado el poder por esta gente, las medidas que toman para solucionar el problema son bastante salvajes:

Ya no son Estados Unidos, ahora el país se llama Gilead.

Lo primero dividir a las personas por clases (¿Un mundo feliz?): Comandantes, Soldados, Ángeles y Ojos en el caso de los hombres, y Esposas, Criadas, Marthas y Tías en el caso de las mujeres. Es un hecho probado y conocido: Divide y vencerás.

Después, poner un “uniforme” distintivo de su clase a cada uno, marcar a cada uno según su valor para la sociedad. Esto es especialmente significativo en el caso de las mujeres: Las Esposas, situadas en el lugar más alto del escalafón social, visten de azul claro; las Tías, que vienen a ser una especie de educadoras monjiles, de marrón; las Marthas, que se ocupan de las tareas del hogar en casa de las Esposas, de un color verde apagado; y las Criadas, protagonistas del libro y encargadas de “solucionar” el problema de la fertilidad, de rojo. Un rojo fuerte y velo y toca blancos. Deben ser fáciles de localizar y vigilar. También estaban las mujeres y hombres de clase social inferior, aunque su protagonismo es casi nulo. Estas llevaban trajes de rayas.

Y ahora, limitar o reducir o eliminar derechos.

Los hombres se ven sometidos a las leyes también y se les limita algún derecho pues, como en todo gobierno radical, la religión es la que manda y todo el mundo tiene que vivir conforme a sus normas: todos son amorosos esposos, cuidan de su familia, no miran a otras mujeres y se reúnen con otros hombres para hablar de sus cosas, fumar y beber. Claro que la clase dirigente se permite alguna licencia, pero siempre en secreto, sin que salga información sobre sus andanzas de su círculo más cerrado.

Las mujeres no tienen prácticamente ningún derecho. Sometidas al poder patriarcal en su modalidad más severa, dictadora y salvaje, les está prohibido leer, escribir, ejercer ninguna profesión, elegir su ropa, su pareja, sus aficiones (¿no os recuerda de algún modo al Afganistán talibán?). Todo está reglado y organizado por los gobernantes, por supuesto, hombres. De estas leyes no se libra ninguna, como podremos descubrir a lo largo del libro.

En el caso de leer, por ejemplo: si te pillan una vez, te cortan un dedo; si repites, la mano entera.  Sólo las Tías, y por mera necesidad organizativa de su trabajo, podían disfrutar de esta libertad. Nunca por placer, claro.

Las Esposas, aún siendo unas privilegiadas entre las mujeres, sólo podían ocupar su tiempo libre ocupándose de su jardín o tejiendo. Les gustara o no.

Las Marthas se encargaban de las labores de la casa, de los hijos de las Esposas y de cualquier cosa que se les mandara.

Las Criadas se ocupaban de ser receptoras del semen del marido, introducido por medios naturales: Cuando estaba en su época de ovulación, echada en la cama de la Esposa que la sujetaba fuertemente por los brazos, el marido procedía a violarla. Su finalidad en la vida era ser una incubadora humana. Una vez que finalizaba su trabajo en la casa a la que estaba destinada y el niño era entregado a la Esposa, se le asignaba otra casa para seguir cumpliendo su función. Para más humillación, se les privaba de su nombre: Ahora se las llamaba en función del Comandante al que pertenecían, en el caso de la protagonista Defred, puesto que su Comandante se llamaba Fred. Al cambiar de casa, cambiaban también de nombre.

Mientras no estaban embarazadas, se encargaban hacer la compra que las Marthas les mandaban. Éstas les entregaban unos tiques que funcionaban como las cartillas de racionamiento, con dibujos de la comida que tenían que comprar. Recordad que no se podía leer; incluso las tiendas tenías rótulos con dibujos sin letras para que reconocieran qué se vendía en cada una.

Si salían de la casa era siempre de dos en dos, parejas fijas que se esperaban cada mañana para ir a comprar. Siempre con la cabeza gacha, sin hablar entre ellas, con una toca en la cabeza -obligatoria para ir a la calle- que no casi no dejaba ver su cara y que a ellas les daba una visión de túnel. Las calles, por supuesto, están supervigilas por guardianes fuertemente armados.

De la división surge el enfrentamiento: Las Esposas odian a sus Criadas porque son fértiles y porque copulan con sus maridos, aunque esto se hace en presencia de ella y el marido debe hacerlo como si fuera un trabajo rutinario, sin desvestirse más que lo justo, casi sin mirar a la Criada, y marchándose en cuanto acaba.

Las Criadas odian… a todo el mundo. Su posición es una de las peores en la escala social. Únicamente las mujeres destinadas a las colonias a limpiar residuos tóxicos, con una esperanza de vida que ronda los tres meses, están peor que ellas. También están los prostíbulos, aunque oficialmente no existan.

Sin embargo, aun así, muchas Criadas preferirían cualquiera de estas dos opciones. Pero no pueden elegir: Son fértiles y su deber es dar hijos a la nación.

Algunas Esposas eran fértiles, pero eran las menos. A esas no se les asignaba Criada, únicamente Martha y soldado-chófer, en cantidad variable en función de la importancia del Comandante.

Los hombres tienen un protagonismo pequeño pero fuerte: Someten a las mujeres a través de otras mujeres. Una escala piramidal que funciona muy bien. La acción más importante se desarrolla en torno a la relación de las mujeres, de la interacción de unas con otras y una falta de sororidad tremenda de unas para con otras.

También aparece una pequeña resistencia organizada, muy pequeña, llamada Mayday. No tiene mucha fuerza, son muy pocos, pero algo es algo y poco a poco va cobrando algo más de poder.

En la novela se la nombra en contadas ocasiones, pero en la serie tiene mucha relevancia. Hay una frase de la protagonista de la serie que me gustó mucho: «No deberían habernos dado un uniforme si no querían que nos convirtiéramos en un ejército»

La excusa de este nuevo régimen de gobierno es lograr un mundo mejor que el que había antes del golpe de estado, mas puro, mejor organizado y sin pecados, pues Dios es lo principal en sus vidas y la Biblia su modelo de vida.

Pero hay una frase muy importante de la protagonista que resume la esencia de la historia: “Mejor nunca significa mejor para todos. Para algunos siempre es peor”.

 

VALORACIÓN PERSONAL:

Muy interesante la introducción en la que la autora nos explica cómo, cuándo y por qué escribió esta historia. Ésta, aún llevada al extremo, es muy verosímil. Nos puede parecer futurista pero las pistas que nos llevan hacia esta situación están entre nosotros y pensó que expresar crudamente hacia donde podíamos llegar, era una manera de intentar que no lo consigamos. Mas que ciencia ficción podríamos decir que es política ficción, distopía social.

En mi caso llegué al libro después de ver la serie de televisión. Y lo agradezco. Sin haber visto la serie no podría haber entendido bien la historia. Es de las pocas veces que la adaptación a la pantalla (pequeña o grande) del libro me ha gustado más que el propio libro.

Es cierto que en la serie se han permitido muchas licencias, añadiendo contenido inexistente en el libro, pero creo que eso ayuda bastante, pues completa lagunas que el libro no explica o explica tarde.

La novela es un monólogo de la Criada protagonista, Defred, en la que narra a alguien desconocido su vida diaria mezclándola con recuerdos del pasado, con sensaciones, son miedos, con remordimientos, pero tal y como sucede con nuestros pensamientos en la vida real, estos no llevan un orden cronológico ni una dirección lineal unidireccional. Funciona a impulsos según nuestros momentos y nuestro estado de ánimo.

La película está obligada a rellenar estos huecos. Cierto que mezcla presente y pasado, pero de una manera fácilmente reconocible. Además, explica muy claramente aquello que en la novela debes imaginar, aquello que falta por contar.

Creo que a la novela le falta emoción. Con la serie sentí miedo, angustia, temor, lloré y padecí. Con el libro no.

Y no porque conociera la historia, porque si volviera ver la serie volvería a sentir estas sensaciones. Pero no tiene ritmo, la acción es bastante plana y en cuanto a contenido creo que le faltan otras cuatrocientas páginas al menos. Si no fuera por esto le hubiera dado la puntuación máxima, pues el tema es original, actual, preocupante e interesante.

El final no es ni bueno ni malo: se deja a la imaginación del curioso lector, pero no debe haberle convencido del todo a la escritora (que por cierto no he dicho que es Premio Príncipe de Asturias de las Letras) puesto que ha añadido una explicación final de un modo muy original. En un capítulo titulado Notas Históricas sobre El Cuento de la Criada, nos traslada en el tiempo cien años más adelante, concretamente al 25 de junio de 2191. En una conferencia de historiadores se está tratando del descubrimiento y estudio de unas cintas de casete grabadas por una Criada que componen el relato que acabamos de leer. El ponente nos pone al día de la sociedad Gileana de entonces, como se creó y porqué y otros acontecimientos de los que no teníamos conocimientos.

Para terminar diré que no creo que sea una novela feminista, sino humanista, de un humanismo secular o laico, preocupado por la justicia social, la razón humana y la ética, que valora el ser humano y su condición, la generosidad, el altruismo y las relaciones humanas. Estamos ante la reivindicación de la libertad individual y colectiva de todas y cada una de las personas, aunque -como siempre- la mujer sale más perjudica que el hombre en un régimen autoritario, dictador y teócrata.

Porque aquí hay mujeres buenas y mujeres malas, hombres buenos y hombres malos, mujeres sometidas y mujeres rebeldes, hombres que someten y hombres sometidos, y, aunque desigualmente repartidos, todos viviendo en una sociedad totalmente infeliz.

Esta obra se une a otras muchas otras anteriores como “Un Mundo Feliz”, de Aldous Huxley, “1984” y “Rebelión en la Granja”, de George Orwell, “Fahrenheit 451”, de Ray Bradbury, o “La Naranja Mecánica” de Anthony Burgess, por citar algunas, en un llamamiento a toda la sociedad para no dejar que nos convirtamos en seres prisioneros de nuestros errores y debilidades hasta el punto de que no haya marcha atrás.

Está novela además trae la advertencia añadida, de manera bastante explícita, de que cuando la religión adquiere poder para gobernar se pierde la libertad individual y colectiva, siempre a través del sometimiento y la ignorancia impuesta, poniendo a Dios como excusa (que no por testigo).

Puntuación: 4/5