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El Viaje del Elefante

Salomón es un elefante asiático que, por alguna razón desconocida, vive desde hace dos años en el reino de Portugal. Tiene un cercado –no demasiado grande- junto a la Torre de Belén. Allí vive junto con cuidador, el cornaca Subhro, en condiciones no demasiado felices. Pero eso no quita para que le cueste al estado un riñón su alimentación y cuidados.

A todo esto, el rey Juan III de Portugal le está dando vueltas en su cabeza al regalo que le hizo a su primo, el archiduque Maximiliano de Austria, con motivo de su boda con María, hija de Carlos V. Hace ya cuatro años de su boda y cree que debe compensarle por el pobre regalo que le hizo en su día. Consultando este problema con su mujer, la reina Catalina, esta tiene la feliz idea de regalarle el elefante Salomón (cuidador incluido). De esta manera mata dos pájaros de un tiro: Por un lado se quita de en medio al elefante y sus enormes gastos y, por otro, regalan al primo de su marido un presente original que, bien vendido, puede hacer que queden muy bien. Además hay que aprovechar que Maximiliano está en España, en Valladolid, lo que hace que el viaje de entrega sea mucho más barato que si lo tuvieran que llevar a Austria. De eso ya se encargará Maximiliano una vez lo haya recibido.

El viaje del elefante no es un libro histórico, sino una mezcla de realidad y ficción que, en mano de Saramago, consigue ser una historia casi fantástica, cómica, irónica, dramática y sobre todo, humana.

Retrata como nadie los personajes, mostrando el lado sentimental de todas las personas y animales, sus flaquezas y sus grandezas: Al rey Juan de Portugal, ignorante burdo, dominado por su corte y por su esposa Catalina, mujer inestable que quiere deshacerse de Salomón (“bestia sin oficio ni beneficio”) y, a su vez, se rasga las vestiduras de pena cuando le ve partir; a Subhro, el cuidador de Salomón, todo una artista de la adaptación al medio y a la situación para poder sobrevivir; al archiduque de Austria y a su mujer, paseando con orgullo y una pizca de soberbia sus preciados regalos, a quienes ha cambiado el nombre, por supuesto, para sentirse más dueño de ellos: Salomón pasará a llamarse Solimán y Subhro se llamará Fritz, (mucho más fácil de pronunciar, según el archiduque); clérigos en busca de milagros elefantinos; y el orgullo y las miserias de los soldados de ambos ejércitos deseosos de demostrar su gallardía, su valor, su espíritu de entrega y patriotismo. Y por supuesto a Salomón/Solimán, el elefante bonachón y complaciente protagonista de esta novela.

Escrito con su estilo ya clásico (sin mayúsculas, sin puntos, con los diálogos insertos en la narración y sin diferenciarse de ésta…), esta novela, casi cuento por su longitud y temática, no es lo mejor que haya leído de Saramago pero su lectura ha sido, como siempre, entretenida.

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