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Reseña las sombras de Longbourn

Termino de leer esta magnífica novela, concebida en principio como un homenaje de la autora a su admirada Jane Austen y su obra más conocida Orgullo y Prejuicio.

Y desde luego que no podría haberlo hecho de mejor manera, porque el trabajo es de una excelente factura en todos los sentidos. Estamos ante una novela que por sí misma, e independientemente de los motivos de su autora al escribirla, es cuasi una obra maestra, que nada y en nada tiene que envidiar a la que homenajea.

Bien planteada desde el principio, escrita con exquisita corrección y manteniendo a lo largo de toda ella el interés del lector, consigue salir más que airosa del posible reto de ser comparada con la de Austen.

Como ya os comenté en su momento Jo Baker, se ha permitido situar el tiempo y la acción de la obra, en paralelo con los de Orgullo y Prejuicio, pero dando en esta ocasión el protagonismo a aquellos personajes que solo eran nombres o que apenas contaban en el desarrollo de la trama, los sirvientes de Longbourn.

De esta forma, vamos a conocer a fondo y en toda su dimensión al cuerpo de sirvientes de la por entonces ya decadente familia Bennett, los dueños de la mansión para quienes trabajan. Unos personajes que Jo Baker va a dotar de una vida y unos sentimientos, que se nos irán desvelando página a página. Unos personajes que, no por pertenecer a las capas más bajas de la sociedad de la época, dejan de ser complejos e interesantes en sus vivencias, en sus ilusiones, en sus contradicciones y en fin en sus diferentes personalidades. Unos personajes a los que además, Baker les da en esta obra la importancia real que tienen en el desarrollo de la vida en Longbourn.

longbourn

El papel principal que va a marcar el tempo de casi toda la novela, es para Sarah, una jovencita de aproximadamente la misma edad que las hijas mayores de los Bennett, y que lleva sirviendo en la casa desde niña, cuando fue recogida del orfanato por el ama de llaves.

Una muchacha inquieta y soñadora, con una personalidad que tiene un punto de rebeldía, sobre todo considerando el momento social en que se circunscribe la historia.

La vamos a conocer trabajando en labores duras y desagradables para las señoritas Bennett, con las que a pesar de ello mantiene una buena relación. Vamos a vivir sus primeras inquietudes amorosas, primero con el lacayo de los Bingley, vecinos de los Bennett y posteriormente con su compañero de trabajo, el enigmático James.

Su inconformismo con la vida que lleva y sus sueños de mejorar sus condiciones de vida, lucharan en su interior con la seguridad que le ofrece Longbourn primero y el trabajo para Lizzy, la hija mayor de los Bennet después, cuando ésta se la lleva a su servicio al casarse con el Sr. Darcy.

Al final su carácter la llevara a abandonar todas sus “seguridades” y lanzarse a la aventura de conocer el mundo que hay fuera de Longbourn y sobre todo en pos de la persona de la que está enamorada.

Los siguientes personajes en importancia son la Sra. Hill, el ama de llaves y un misterioso lacayo, James, que un buen día aparece por Longbourn y es contratado de inmediato por el Sr. Bennett.

cocina de longbourn

La primera es el principal nexo de unión de los sirvientes con los señores. Conocedora de casi todos los secretos que se cuecen y esconden en las habitaciones de los Bennett, tiene una extraña y especial relación con el señor y, según piensa Sarah, arrastra algún oscuro secreto del pasado, que poco a poco se nos irá desvelando.

Ella es quien organiza el trabajo de todos los sirvientes y la encargada de que todo este a punto y en su sitio para los señores, tanto en la propia casa como en sus relaciones sociales.

En cuanto a James, nadie parece saber de dónde ha salido ni a que se ha dedicado antes de aparecer por Longbourn. Sin embargo, Sarah empezará enseguida a sentirse atraída por él, aunque al principio quiera hacer parecer lo contrario.

Su verdadera historia nos será desvelada en el último de los tres volúmenes en que está dividida la obra.

El Sr. Hill, el marido del ama de llaves, es un personaje ya anciano y un tanto decrépito, que se nos muestra cada vez mas anodino. Un personaje gris y poco participativo, cuya extraña personalidad, tan opuesta a la de su esposa, también iremos conociendo poco a poco a lo largo de la novela.

Y por último, la pequeña Polly, una niña preadolescente encargada de ayudar en todo tipo de tareas, principalmente a Sarah. Con ella comparte cama y complicidades propias de su edad, mostrándose tan feliz como inocente en sus actitudes.

Los cinco personajes, todos ellos muy creíbles y reales, irán llevando el peso narrativo de la novela, aunque como corresponde en muchas ocasiones, al paso que les marcan los señores de “arriba”, en este caso los Bennett y su entorno social.

Para ello, Baker ha tenido que dar algo de peso en la historia a los Bennet y a sus cinco hijas, así como a otros familiares y vecinos que van apareciendo a lo largo de la narración. Ello al contrario de lo que ocurría en Orgullo y Prejuicio, donde el papel de los sirvientes era nulo, y Austen se limitaba a citarlos cuando hacía falta y poco más.

Sin embargo, lo hace de una forma muy natural y nada forzada. Las situaciones se crean y se van sucediendo sin apenas saltos en la historia y manteniendo un hilo narrativo difícil de perder para el lector.

orgullo y prejuicio

La historia, que como ya he citado se solapa en el tiempo con la de Austen, se extiende algo mas, tanto por delante narrándonos así la autora ciertos detalles y acontecimientos que nos ayudan a situarnos en los comportamientos de los sirvientes, como por detrás, llevándonos hasta un final perfectamente resuelto en la historia de sus protagonistas principales.

Al igual que Jane Austen, Jo Baker hace gala de un perfecto estilo descriptivo a lo largo de toda la obra, no sólo de los personajes, sino de todo el entorno que los rodea, tanto social como geográfico. Tanto los paisajes como el exterior e interior de las mansiones están retratados de manera exhaustiva, pero sin cansar al lector ni interrumpir la narración. Algo muy de agradecer.

Se trata sin embargo de un estilo muy propio y actual, separándose así del de Austen y permitiéndose ciertas licencias tanto narrativas como descriptivas impensables para la autora de Orgullo y Prejuicio.

Recrea con un magnífico realismo las tareas que desarrollan los sirvientes. Tareas sórdidas y duras hasta la extenuación, sucias, desagradables e incluso peligrosas para su salud, que desarrollan sin queja, porque forman parte de su condición en la vida.

Tareas que, por otra parte, vienen a desmitificar un poco el idílico y romántico mundo de las señoritas Bennett, en Orgullo y Prejuicio. La autora nos muestra, y nos lo muestra porque existe y está ahí, todo lo que hay detrás de la pulcra vida que se ve, de los vestidos y cintas de seda recién lavados y planchados, de los brillantes e inmaculados zapatos, de los trabajosos peinados que han de lucir las damas, y por supuesto de las inmaculadas estancias de la casa en que se han de mover los señores y sus invitados. Todo ese trabajo que es y constituye la vida de los sirvientes.

familia Bennett

En cuanto a la historia en sí, está claro que es totalmente nueva y nace de la autora. Sin embargo y para que encaje como un puzzle perfecto con la de Austen, Baker se basa, como ella misma comenta, en pequeñas indicaciones y esbozos que aparecen en Orgullo y Prejuicio y que son desarrolladas a partir de ahí.

Los acontecimientos que se desarrollan y sirven de sustento a la obra original, volvemos a vivirlos en esta, pero vistos ahora desde la óptica y el punto de vista de quienes antes no eran más que simples testigos.

La novela, como ya mencioné antes, está dividida en tres volúmenes, subdivididos a su vez en capítulos.

Los dos primeros se suceden sin interrupción en la narración, mientras que el tercero, incluye en los cuatro primeros capítulos lo que sería un retroceso en el tiempo para situarnos en el pasado del joven James, alistado en el ejército y en el origen de su historia. Luego a partir del quinto, se retoma la historia que nos conducirá ya hasta el final revelándonos los últimos secretos y enigmas que aún no se nos habían desvelado.

Esos cuatro primeros capítulos del tercer volumen, son además una perfecta descripción de cómo era la vida de los jóvenes que se alistaban en los ejércitos y una narración muy cruda y realista de las guerras entre franceses e ingleses, desarrolladas en parte en terreno tanto español como portugués.

Añadir que, para los que hayan leído Orgullo y Prejuicio, evidentemente, la obra les podrá resultar más fácil de leer, ya que en muchos casos se encontrarán ante una especie de “déjà vu”. Para los que no la hayan leído, les podrá incitar a hacerlo y tener de esta manera una visión completa de la historia. Pero en cualquier caso lo cierto es que Las sombras de Longbourn, se puede leer perfectamente de manera independiente, antes o después que Orgullo y Prejuicio, e incluso sin necesidad de leerla.

Como remate, comentar que la autora se ha preocupado muy mucho de no quedarse sólo en la historia en si, sino que ha tratado de mostrarnos una época donde las distancias sociales entre señores y sirvientes son tan mínimas como insalvables. Subyace a lo largo de toda la historia una algo reivindicativo a favor de la servidumbre y su valor real en cualquier historia y en cualquier familia de aquella sociedad.

En resumen pues, una obra muy recomendable narrada en un estilo muy actual, de lo que fue una época histórica de la sociedad inglesa y con el añadido de completar la historia desarrollada en Orgullo y Prejuicio, vista ahora desde el prisma de quienes allí no eran mas que personajes sin voz ni historia, y a quienes aquí conoceremos en profundidad.

No quiero dejar de mencionar como apunte final, la cuidada y esmerada traducción que para esta edición lleva a cabo Rubén Martín Giraldez.

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