El título original de esta novela The man from Dahomey es bastante más claro y más explícito que el que le han dado para su difusión en España, puesto que se trata de la historia del pueblo Dahomey, uno de los más poderosos de los muchos que pueblan (o poblaban) África. El reino de Dahomey fue un antiguo reino africano, al oeste de país de Yoruba, en la costa de la República de Benín.
Supongo que el cambio de título es meramente por motivos comerciales. Es más sonoro, nos sitúa directamente en el territorio en que se desarrollará la acción (África), sin necesidad de saber quiénes son los Dahomey. Los dioses, además de ser una palabra atractiva en el título y que llama la atención del lector, tienen también su protagonismo. Un pueblo politeísta, con dioses especializados (como los griegos o romanos), a los que se les rinde un culto exagerado (bueno, no más que en cualquier otra religión) y que, debido a las vivencias del protagonista, poco a poco se va desengañando del poder que supuestamente tienen estos dioses. ¿Por qué hace hincapié en que son negros los dioses de África? No lo sé. Como he dicho antes, supongo que sonaría mejor.

Hombres y mujeres Dahomey
El argumento es este: Entre los Dahomey, un rey gobierna sobre varios pueblos que están dirigidos a su vez por un jefe. Unos son más importantes que otros y el de Nyasanu, nuestro protagonista, es uno de los principales ya que su rey, Gezu, tiene en alta estima a Gbenu, padre de Nyasau y jefe de su poblado.
La historia está escrita de manera retrospectiva, iniciando la trama por el final y culminando con el hecho que da origen a ese inicio, que es el final de la historia. Se que no debería decir esto, pero como son las primeras líneas del libro, tampoco destrozo mucho: La novela comienza cuando Nyasanu ha sido comprado como esclavo por unos blancos. Este final figura en el prólogo y a continuación, en el capítulo primero, a modo de flash back, es dónde realmente empieza la novela, la trama, la historia de los Dahomey, un pueblo con una gran cultura, que conocemos a través de su protagonista, Nyasanu, hijo de el jefe dahomeyano, que se prepara para celebrar la ceremonia que le convertirá en hombre, para asumir las responsabilidades y los honores que le corresponderán cuando suceda a su padre y él mismo se convierta en jefe de su pueblo.
Un hombre bueno, honrado, honorable, justo y pacífico, que sufre con las injusticias, las envidias y sobre todo, con las guerras, guerras que periódicamente “hay” que hacer. Unas veces, se alían dos pueblos, contra un tercero para atacar, conquistar tierras, riquezas e incluso hacer esclavos para vender a los blancos. Otras veces son otros dos poblados distintos los que se alían contra otro diferente. No se diferencia mucho del mundo actual, ni de aquel que nos pintó Orwell en su novela «futurista» 1984. Siempre hay una guerra vigente.
En la primera batalla de Nyasany, éste se enfrenta a todos los horrores de la guerra, no comprenderá los motivos de ésta, no soporta matar a nadie sin motivo y, además, se rebelará contra la dictadura del rey sobre sus pueblos, sus abusos de poder y sus derechos sobre estos al más puro estilo feudal.

También los Dahomey tenían esclavos que capturaban en las batallas. Entre otras cosas, eran los encargados de llevar el parasol a los grandes personajes. Cuanto más historiado era el parasol, más importante el personaje.
También es un hombre enamorado, pero los Dahomey se casan con muchas mujeres. Más mujeres significan más hijos y más hijos, más riqueza. Mantener la paz en un hogar con muchas mujeres es muy difícil para él, que como ya he dicho es un hombre bueno y sencillo que pretende ser justo.
Es una gran historia, sencilla, realista y sentida. Escrita en 1971, nos traslada a la época de la esclavitud africana a principios del siglo XIX, cuando Europa, pero sobre todo Norteamérica, hizo del comercio de esclavos un próspero negocio. Está narrada en tercera persona y, a excepción del flash back del inicio, tiene una estructura lineal. Como dice el propio autor en la nota previa al libro, posiblemente no agrade ni a racistas ni a liberales, pues muestra a todos tal cual son, con sus lados buenos y malos. está calificada por muchos críticos como su obra maestra. AQUÍ podéis leer un interesante artículo sobre las costumbres de los Dahomey y AQUÍ sobre sus mujeres guerreras, vírgenes al servicio del rey que tenían prohibido tener relaciones sexuales bajo pena de muerte.

Guerreras dahomey
Tal y como indiqué en el “Leyendo”, Frank Yerby no debió estar nunca en África ni siquiera de vacaciones, pero la literatura de este escritor se caracteriza por la excelente documentación de que se provee antes de iniciar cada libro.
Él mismo nos cuenta, en una nota previa, cómo se documentó para escribir esta novela y que transcribo en su totalidad. Es un poco larga, pero creo que merece la pena leerla:
En cuanto hace referencia a sus aspectos históricos y sociológicos, esta novela se basa en el excelente estudio antropológico Dahomey: An Ancient West African Kingdom, del ya fallecido Melville J. Herskovits, publicado en 1967 por la Northwestern University Press. Desde luego, he consultado muchos más libros ingleses y franceses centrados en Dahomey. Sin embargo, la gran obra de Herskovits tiene la inapreciable virtud de corregir, con desapasionado y sereno criterio científico, la perspectiva generalmente deformada por los prejuicios de anteriores observadores, tales como Bosman, Lambe, Snelgrove, Smith, Norris, Dalzel, Duncan, Wilmot, Burton (a quien debemos destacar por ser el más justo, más certero, y, en términos generales, el mejor entre todos los nombrados), Skertchly, Foa y La Herisse.He dejado constancia de lo anterior con el propósito de dar al lector la seguridad de que todos los detalles que constan en esta obra, laboriosamente compilados, son fiel reflejo de la realidad, en la medida de las humanas posibilidades. Cuanto más raro, insólito y exótico parezca el detalle, mayor seguridad se puede tener de que no lo he inventado.
El atento lector observará que no he efectuado intento alguno de alterar más o menos la realidad del pueblo de Dahomey, tal cual era. La veracidad es una cualidad incómoda, y tengo plena conciencia de que los racistas, los liberales y los defensores del poder y el orgullo negro, o de cualquiera de estas dos tendencias, encontrarán escasas bases en esta obra para fundar en ella sus tan amados mitos, mitos que quizá sean, para ellos, psicológica y emotivamente imprescindibles.
Así debe ser. Los mitos nada solucionan, nada arreglan. Sin embargo, tal como el protagonista de esta novela se ve obligado a concluir, quizá en nuestra vida no haya soluciones o arreglos viables de los problemas con los que la humanidad se enfrenta en un mundo excesivamente hostil.”
Con esa última frase del autor estoy totalmente de acuerdo. La vida, el mundo en que vivimos es hostil. Estamos en permanente lucha con nuestro entorno más inmediato por sobrevivir de manera medianamente digna y los mitos (incluidos los propios dioses) nada solucionan. Estamos a merced de la fortuna, la casualidad y nuestras propias fuerzas y habilidades. El gran filósofo español Ortega y Gasset lo explicó muy clara y sucintamente en su frase más famosa: “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”
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