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Bajo las estrellas

Una historia de amor, cierto, pero encuadrada en un momento histórico: la Guerra de la Navarrería, por la que Francia consiguió tutelar el reino de Navarra a su santa voluntad, imponiendo sus usos y costumbres.

El reino de Navarra era disputado por Castilla, Aragón, Francia y por los propios navarros, claro. La joven heredera de Navarra fue objeto de distintas propuestas matrimoniales terminando por acceder a casarse con el segundo hijo del rey de Francia, Felipe III. Como ambos eran menores de edad fue su tutor, el propio rey Francés, quien se hizo cargo del Gobierno de Navarra.

Así andábamos, guerreando, luchando por el reinado, cuando nos enteramos que el sello real que da al que lo posea poder para gobernar Navarra, está perdido y mucha gente buscándolo.

Como veréis, la trama romántica está acompañada de otras tramas secundarias, en las que nos encontramos soldados, caballeros, monjes, templarios… un poco de todo.

El planteamiento de la historia no está mal, podría ser interesante, pero el desarrollo no me ha gustado mucho.

Los personajes son bastante típicos: Ella una chica huérfana, valiente e inteligente, pero en un mundo de hombres en el que la mujeres están siempre en inferioridad de condiciones, tiene que emprender un viaje hasta Francia, hasta lo desconocido. Y completamente sola.

Él es un aventurero, sin oficio ni beneficio, casi un “cabeza loca” que no tiene ninguna intención de llevar una vida ordenada y asentarse.

Y ambos enamorados uno del otro pero sin atreverse a confesarlo.

Ya he dicho que soy facilota con la novela romántica; no espero que sea profunda, ni una obra maestra, ni candidata al premio Nobel, ni siquiera demasiado original. En este tipo de novelas está casi todo dicho pero, a pesar de todo, cada historia de amor es diferente, por lo que cada novela es única.

Pero lo que sí pido es una cohesión, un ritmo constante (lento o rápido, da lo mismo) y sobre todo, que no haya lagunas o pasajes poco comprensibles, una línea argumental que no parezca improvisada en ocasiones. Es cómo si no tuviera pensada toda la novela antes de escribirla.

Por ejemplo: No vale hacer una mención de pasada a algo y que 125 páginas más adelante haga referencia a ello como si fuera algo trascendental en la historia. Me pierdo.

Tampoco vale que un personaje esté en una ciudad, haciendo lo que sea, y que en la próxima escena esté en otro sitio, haciendo otra cosa sin que te enteres muy bien cuándo, cómo y por qué ha cambiado de opinión. Esto me ha pasado mucho con el personaje masculino, Gabriel.

Dejando de lado lo estereotipados que están los personajes, creo que Gabriel no está muy trabajado. Supongo que para una mujer es más fácil crear un personaje femenino que uno masculino, pero es que este resulta bastante artificial en ocasiones. Parece una mezcla de cómo nos gustaría a las mujeres que fueran nuestros hombres (maravillosos) y cómo creemos que son (imperfectos), con lo que sale un personaje un poco raro. Eso sí, gracias a nosotras, que conseguimos milagros, y al amor que somos capaces de inspirar en ellos, terminamos por modelarlos a nuestro gusto ¡Unas campeonas!

Sin embargo la ambientación me ha parecido bastante lograda y los paisajes muy bien descritos. Te sentías como si estuvieras paseando por las mismas calles que ellos paseaban, o que estabas en las mismas mazmorras en que ellos estaban. En las novelas históricas, por poco que te cuenten del momento en que se desarrollan, siempre aprendes alguna cosilla que desconocías.

En mi opinión se merece 3 antifaces muy justitos.  Aprueba, sí, pero por los pelos. No es que recomiende que no se lea, es que, habiendo tanta literatura romántica, siempre se puede elegir algo mejor, un libro que haga al lector sentirse enamorado mientras lo lee, que quiera, por un momento, ser uno de los protagonistas.

No ha sido el caso. He sido un espectador ajeno a la historia que, insisto, no está mal, pero sólo eso.

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