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Tierra de barbaros

(Ver Leyendo-Ficha técnica)

Hace casi 200 años, en Argentina, recién lograda su independencia de España, la política local naciente se parece más a la mafia que a un gobierno medianamente serio o decente.

Buenos Aires, la capital, es una ciudad que ahora nos parecería pequeña y provinciana. Todo el mundo se conoce, las diferencias sociales están muy marcadas, el caciquismo rige la vida social. Dos partidos hostilmente enfrentados a muerte, federales y unitarios o rojos y celestes, andan siempre rodeados de matones, capaces de cualquier cosa por gobernar el nuevo país. La burguesía incipiente quisiera igualarse a la europea y para ello pueden llegar a realizar los actos más peregrinos.

En una atmósfera algo opresiva, podemos asistir a las andanzas de los personajes de esta novela coral, en la que todos ellos adquieren un protagonismo similar. Novela costumbrista, histórica y con ligeras pinceladas de realismo mágico o fantástico.

Las historias de todos los personajes se van superponiendo como pétalos de rosa, cubriendo parte del pasado y avanzando retazos de futuro. Y así, con un poco de aquí y un poco de allá, construye una historia original y admirable, desvelando los pormenores de una época convulsa adornada con elementos extravagantes en ocasiones, mágicos en otras. Una chocante orden religiosa de monjas estrafalarias que nadie conoce, un hombre sapo con un sex-appeal sin igual, falsas mulatas adivinas, un tigre de bengala que se pasea por las calles con naturalidad y del que se enamora la madre superiora y a quien hace levitar, una momia de un indio comechingón  cuyo descubrimiento es la atracción principal de una fiesta con lo más granado de la sociedad bonaerense, embarazos mágicos producto de terribles maldiciones, muertes salvajes descritas con brutal realismo.

Tierra de barbaros

El autor va tejiendo las historias, abriendo para nosotros sus vidas que finalmente cierra con la misma maestría con que nos las descubrió. Sangre e infamia en una Tierra de bárbaros escriben la historia, el pasado reciente (que 200 años no es nada…) de una Argentina recién independizada, recién liberada del vasallaje hacia España.

Solamente un “pero”, que no es tal, puesto que es algo muy personal. El lenguaje, que refleja fielmente el habla argentina de la época, me resultó bastante costoso de seguir. Ya he comentado muchas veces lo complicadas que me resultan las novelas en las que abundan los giros, los modismos, las palabras propias del lenguaje de países de Hispanoamérica pues, aún compartiendo un mismo idioma, hablamos todos de manera muy diferente. Insisto, esto es una opinión muy personal y en absoluto una crítica al autor o al libro.

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