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Jovellanos

Gaspar Melchor de Jovellanos, bautizado como Baltasar Melchor Gaspar María de Jove Llanos y Ramírez, escritor, jurista y polítco español, murió el 27 de noviembre de 1811, por lo que se cumple hoy el II Centenario de su muerte.

Nació el 5 de enero de 1744 en el seno de una familia de la pequeña nobleza de Gijón, aunque sin dinero. Quizá haber nacido en noche tan señalada haya motivado su curioso nombre.

El representante más importante de la Ilustración española, fue un hombre culto, fecundo y ejemplar que se caracterizó siempre por un fuerte patriotismo y una gran preocupación por los distintos problemas de España.

Estudió filosofía, leyes y estudios eclesiásticos, en distintas universidades de España, para ocupar después distintos cargos relevantes en la vida pública española: Magistrado de la Real Audiencia de Sevilla, Alcalde del crimen y promotor de la Sociedad Patriótica Sevillana. Ya en fecha muy temprana empezó a compatibilizar sus tareas laborales con su afición por el estudio y la escritura, influido siempre por las corrientes ilustradas. Entabla amistad con grandes ilustrados de la época, como Olavide, Cadalso y Campomanes, fiscal del Consejo de Castilla, el cual le encomienda distintos trabajos, reconociendo en Jovellanos un hombre de reconocida solvencia en el terreno económico.

Fue también por amistad, en este caso con el duque de Alba, que consigue el traslado a la Sala de Alcaldes de Casa y Corte en Madrid. Formó parte de la comisión que puso en marcha el Banco de San Carlos y fue director de la junta de comercio de la Sociedad Económica Matritense, miembro de la Real Academia de la Historia, de la Real Academia de San Fernando y de la Real Academia Española.

En Madrid, siendo miembro activo de distintas academias y otras instituciones, comienza a difundir sus ideas, pero sus escritos liberales y reformadores no son acogidos con agrado por todos y a la muerte de Carlos III, con el inicio de la Revolución francesa, Carlos IV paralizó las ideas ilustradas y apartó de la vida pública a los pensadores más representativos, entre ellos a Jovellanos. Su suerte cambia: es apartado de la Corte y desterrado a Gijón, donde funda el Instituto de Estudios Asturianos, con el que pretende favorecer el desarrollo de la región y el Real Instituto Asturiano de Náutica y Mineralogía en Gijón, en el que intentó aplicar las ideas de la Ilustración en la enseñanza.

Vuelve nuevamente a sonreírle la fortuna cuando Godoy le nombra Ministro de Gracia y Justicia, e intenta reformar el sistema judicial y disminuir la influencia de la Inquisición y, a su vez, las propiedades de la Iglesia. Pero esto no duraría mucho, pues los enemigos de sus ideas renovadoras, consiguen que sea cesado. Caído en desgracia, vuelve a Asturias donde proyectó la creación de una Academia Asturiana, que se encargaría del estudio de la historia y de la lengua asturiana.

No contentos con el destierro, es acusado de herejía y de haber introducido en España una copia del Contrato social de Rousseau, libro prohibido en aquel momento entre otras cosas. El propio Godoy, que en tiempos le había apoyado, manda apresarle y es encarcelado en Mallorca, en el monasterio de la Real Cartuja de Jesús de Nazaret, en Valldemosa y en la prisión del castillo de Bellver.

José Bonaparte le libera tras la invasión francesa de 1808 y el motín de Aranjuez, y le ofrece un nuevo cargo de ministro que Jovellanos, debido al gran deterioro de su salud muy deteriorada ya, poniéndose del lado de los que se levantaron contra el francés invasor.

Casa natal de Jovellanos

Casa natal de Jovellanos

Enfermo de pulmonía muere en Puerto de Vega, Navia (Asturias), el 27 de noviembre de 1811. Está enterrado en la capilla de su casa natal, ahora convertida en museo.

La obra de Jovellanos es prolífica y muy variada. Ilustrado clave de la época cultivó varios géneros literarios, como poesía de temática muy variada: amorosa, patriótica o satírica y algo de teatro. «Pelayo o La muerte de Munuza» es la única tragedia redactada por Jovellanos cuando creador contaba con veinticinco años de edad, aunque su representación no tendría lugar hasta trece años después de ser escrita. También una sola comedia nos dejó: «El delincuente honrado”. También tradujo, entre otros, el primer libro de «El paraíso perdido», de Milton.

Pero sus escritos verdaderamente notables fueron sus ensayos sobre política, historia y economía entre otras materias, entre las que cabe destacar su “Memoria para el arreglo de la policía de espectáculos y diversiones públicas” y “Informe sobre el expediente de la ley agraria”. En estos textos propone reformas para el mejor funcionamiento de las instituciones y habla de la actual situación del país, de sus males y problemas y de las soluciones para mejorarla, siendo partidario de eliminar los obstáculos a la libre iniciativa, la reforma de la enseñanza y la inversión del Estado en obras públicas.

También ha llegado hasta nosotros su correspondencia, su «Diario«, sus  «Memorias» y algunas obras de carácter pedagógico y económico, de temas asturianos, sobre arte,  escritos jurídicos y otros que le fueron encargados por las diversas academias de las que formó parte.

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